WASHINGTON.— “Todas mis madres amigas toman microdosis de hongos y yo también quiero probar”, me confesó una de mis pacientes durante una sesión de psicoterapia.

Mi paciente es una mujer de 34 años con dos hijos menores de 4 años y vive cerca de San Francisco, California, uno de los epicentros de lo que se conoce como “renacimiento psicodélico”, donde el tema se charla más abiertamente y las madres hablan de las microdosis de hongos en la puerta de la escuela.

Como terapeuta especializada en el uso de alucinógenos en materia de salud mental perinatal, he trabajado con muchas mujeres que tienen la esperanza de que la medicina terapéutica con psicodélicos las ayude a superar traumas o a combatir la ansiedad y la depresión. A muchas de ellas les parece más “natural” tomar algo como la psilocibina, que no deben ingerir todos los días, en vez de una pastilla diaria de antidepresivos conocidos como “inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina” (ISRS).

Según los expertos, la microdosificación consiste en tomar entre un 5% y un 10% de una dosis completa de una sustancia médica psicodélica, como los hongos alucinógenos o el ácido lisérgico (LSD). La dosis completa de hongos alucinógenos que provoca un viaje psicodélico —usualmente descrito como una estado de ensoñación que libera a las personas de sus obsesiones y preocupaciones— se ubica entre los 2 y los 6 gramos. Tomando en cuenta ese rango, una posible microdosis sería de 100 miligramos cada 48 o 72 horas, según sea la prescripción, y en la mayoría de los casos ingerida en forma de cápsulas.

En Estados Unidos, los hongos solo son legales en Oregón y Colorado. Varias ciudades norteamericanas de otros estados han despenalizado los hongos, pero fuera de los límites de esos municipios, su consumo y comercialización siguen siendo ilegales.

Aunque muchas personas usan las microdosis con fines recreativos, lo que buscaba mi paciente era potenciar los efectos de la psicoterapia. Tras el nacimiento de su primer hijo tuvo cuadros de ansiedad que la paralizaban, y a veces la atormentaban repentinos pensamientos oscuros, como que su bebé podía caerse por la escalera. Eso no solo le quitaba el sueño, sino que la llevaba a dudar de su aptitud para la maternidad.

Aunque la terapia la ayudaba a sentirse mejor, la obsesión por los peligros que podía sufrir su bebé no se disipaban del todo, y a veces el temor la inmovilizaba.

Microdosificación y salud mental

Los vaivenes anímicos, depresión y ansiedad de la mujer durante el período perinatal —en medicina y psicología, el lapso que va desde la semana 22 de embarazo hasta el primer mes después del parto— afectan al 20% de las madres, según la evidencia de las investigaciones sobre el tema.

Las sustancias psicodélicas no son aceptadas como un tratamiento con evidencia firma para tratar esos desórdenes. Pero Simmi Bangbose, psiquiatra perinatal de Los Ángeles, dice que para el tratamiento de esos problemas de salud mental, así como el trauma del parto, espera la aprobación legal de la psilocibina como opción médica para las mujeres que no mejoran con los antidepresivos ISRS.

Brooke Novick, terapeuta de pareja y de familia y cofundadora de Axis Mundi, una organización online que brinda apoyo al uso terapéutico de las sustancias psicodélicas, dice que la microdosificación puede ayudar, pero eso no significa que “los hongos vayan a hacer todo el trabajo por nosotros”.

“No hay pastilla ni planta milagrosa que nos permita esquivar la superación de un trauma de infancia o nos cure de la ansiedad y la depresión”, dice Novick. “Esa medicina sagrada, cuando es usada con un propósito, respeto y cuidado, es un poderoso apoyo en nuestro camino de sanación y evolución.”El tratamiento psicodélico requiere varias sesiones de terapia, además de los viajes intensivos.

Cuando mi paciente empezó con la microdosificación, dijo sentirse más animada y hacerse menos la cabeza. “Cuando tuve a mi primer bebé, me deslomaba para cumplir con todo, y el año pasado, cuando mi segundo hijo cumplió 1 año, decidí probar con los alucinógenos, aunque iba contra el mandato social de lo que una madre supuestamente debe ser”, me comentó mi paciente. “O sea, se supone que una madre no anda ‘drogándose’.”

Pero es justamente lo que hizo mi paciente antes de una reunión con otras madres amigas, que también toman microdosis, donde compartieron un buen momento de conexión.

Para apoyar a mi paciente en su tratamiento de microdosificación, le pedí que abundara en sus expectativas, le sugerí una posología y le recomendé material de lectura sobre el tema. Para quienes estén considerando esta variante terapéutica, hay cuatro cosas importantes a no perder de vista:

  • Informarse sobre las investigaciones actuales

Aunque la microdosificación todavía no es un tratamiento legal para los problemas anímicos perinatales, las últimas investigaciones son muy prometedoras. Un estudio de 2021 reveló que la microdosificación alucinógena mitigaba los síntomas de depresión, ansiedad y trauma tanto en hombres como en mujeres. Pamela Kryskow, médica y autora de esa investigación, dice que antes de interpretar los resultados de cualquier estudio sobre la microdosificación, primero hay que prestar atención al modo en que fueron planteados y diseñados. Muchos de esos estudios, advierte Kryskow, no contemplan la forma en que la gente se “microdosifica”. Si los participantes de un estudio, por ejemplo, adhieren a un protocolo de investigación donde reciben la microdosis y luego se quedan sentados en la clínica durante cinco horas para su observación, podrían reportar menos efectos positivos que si lo hicieran como parte de su vida cotidiana, apunta la científica.

  • Chequeo médico

Sin importar la dosis de cualquier medicamento psicodélico, lo más responsable es consultar previamente con un profesional de la salud que analice nuestra historia clínica y verifique la interacción de la psilocibina con otros medicamentos que podamos estar tomando.

  • Buscar los fundamentos éticos del uso de psicodélicos

Las sustancias psicodélicas, particularmente la psilocibina, se han vuelto muy populares en los últimos tiempos, y por lo tanto es importante considerar sus orígenes. Lo mejor es adoptar una postura de “reciprocidad sagrada”, como los llaman los practicantes indígenas de esa medicina, donde “no damos ni recibimos de más”, tal como lo explica la autora Robin Wall Kimmerer en su libro sobre el tema.

Parte del beneficios que trae el consumo de psicodélicos como los practicaban muchos pueblos indígenas tienen que ver con la conexión con la Tierra y todos los seres sintientes.

Por eso es importante preguntarnos quién los fabrica, dónde se cultivan, quién se beneficia con su venta, y qué beneficio obtienen los pueblos indígenas que acercaron esos medicamentos a Occidente.

  • Buscar ayuda para prepararse e integrarse

La microdosificación es subperceptual, lo que significa que la persona debería poder realizar normalmente todas sus actividades diarias mientras toma microdosis, algo muy distinto a tomar una dosis más alta para producir un viaje psicodélico con fines recreativos.

Cualquier cantidad del medicamento puede traer recuerdos intempestivos de una pérdida o sentimientos de depresión y miedo. La preparación para la microdosificación, así como la contención necesaria para afrontar lo que surja en el proceso, pueden marcar una gran diferencia en el resultado positivo del tratamiento.

La mejor contención, por supuesto, es la psicoterapia profesional, pero no es accesible para todos. Por eso hay organizaciones como Axis Mundi y Psychedelic Support que brindan apoyo online para prepararse.

Mi paciente dice que la microdosificación la está ayudando mucho a calmar la ansiedad, pero especialmente las ideas fatalistas de lo que podría ocurrirle a sus hijos. Ahora se siente más capaz de disfrutar del tiempo que pasa con ellos, en vez de estar presionándose a sí misma para “hacer todo”.

Por Melissa Whippo,
The Washington Post

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