Tomar pequeñas dosis de drogas como la psilocibina, el LSD y la ayahuasca está ganando popularidad. Pero sus beneficios aún se están investigando.
Cuando Jaclyn Downs, una nutricionista de 43 años de Lancaster en Pensilvania (Estados Unidos), se topó con el concepto de microdosing de psilocibina (es decir, tomar una cantidad minúscula de un psicodélico para obtener un efecto sutil), recordó inmediatamente un incidente de la universidad en el que unos amigos prepararon un té con “setas mágicas”, que contienen la droga. Downs sólo bebió un sorbo, pero pasó el resto de la noche sintiéndose enraizada, en paz y presente. Al mirar atrás, se dio cuenta de que lo que había experimentado era una microdosis.
Hace tres años, Downs empezó a tomar microdosis para prepararse para ciertas situaciones, como cuando tenía que quedarse más tiempo del deseado en un evento social. El fármaco calmó su angustia y la convirtió en una mejor conversadora, dice. Hace seis meses, comenzó una rutina más estructurada, tomando una tintura de microdosis de psilocibina cada tres días. Esto la ha vuelto más tranquila y más tolerante, dice, especialmente cuando sus hijas de seis y nueve años discuten entre ellas o se oponen a sus peticiones. “Antes era más reactiva, me enfadaba o me irritaba, pero ahora respondo de forma más equilibrada”, dice Downs. “El ambiente general de nuestra casa es más positivo”.
En los últimos años, las drogas psicodélicas han pasado de ser un tema tabú a uno que está ganando aceptación entre la sociedad. Los psicodélicos se encaminan incluso hacia la aprobación médica general, al haber sido designados como “terapia innovadora” por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
Pero muchos de los que están intrigados por la promesa de los psicodélicos (una categoría que incluye la psilocibina, la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), la ayahuasca, la mescalina y otras sustancias que alteran la conciencia) están deseosos por aprovechar los beneficios sin tener que tomar una dosis lo suficientemente fuerte como para provocar un viaje de varias horas. Un número cada vez mayor está recurriendo a la microdosificación, ingiriendo regularmente entre un cinco y un 10 por ciento de la cantidad que altera la mente, en un intento de aumentar el bienestar, mejorar el trabajo o disminuir la depresión y otros demonios psicológicos sin desencadenar todos los efectos de la droga.
Pero los expertos dicen que hasta ahora hay pocas pruebas científicas que apoyen este enfoque.
“Por lo que sabemos, no hay muchos riesgos asociados a la microdosificación. Pero no está nada claro, aparte de los testimonios de los usuarios, que haya beneficios”, dice John Krystal, catedrático de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale (Estados Unidos), que ha seguido de cerca este campo.
Una de las razones principales es que la microdosificación, tal como se hace en la vida real, es difícil de estudiar. Los usuarios suelen consumir una dosis durante una o dos mañanas, saltarse la siguiente o dos, y repetir este régimen durante meses o años. Dado que los psicodélicos son ilegales, la ley estadounidense prohíbe a los investigadores darlos a las personas para que los tomen en este régimen en casa. Pero proporcionar la droga y supervisar a los usuarios día tras día en un laboratorio no es práctico, dice Albert García-Romeu, investigador del Centro de Investigación Psicodélica y de la Conciencia del Centro Médico Johns Hopkins Bayview de Baltimore (Estados Unidos).
Esto supone un problema tanto para los científicos como para los que toman microdosis. Cuando los usuarios activos responden a encuestas sobre sus experiencias para la investigación observacional, los científicos no pueden estar seguros de que cada persona esté tomando la misma cantidad. Al fin y al cabo, no hay productos estandarizados que una persona pueda comprar en la farmacia local. Es especialmente difícil determinar una microdosis exacta de psilocibina a partir de un lote de setas secas o de un comprimido de LSD, afirma Jerome Sarris, director ejecutivo del Instituto Psychae de Melbourne (Australia).
Un fenómeno que va a más
Nadie sabe cuántas personas en Estados Unidos practican el consumo de drogas en dosis pequeñas actualmente, aunque su popularidad parece estar creciendo. Un análisis en 2018 de un grupo de discusión de Reddit dedicado a la microdosificación registró 27.000 suscriptores; a principios de 2022, el grupo ya tenía 183.000. En una reciente conferencia de negocios centrada en las drogas psicodélicas en Miami, cuando se preguntó a los miembros de la audiencia cuántos se microdosifican actualmente, se levantaron cientos de manos.
“Cuando se popularizó por primera vez hace una década, la microdosificación era un secreto, y los principales usuarios eran empresarios y hombres de negocios”, dice Steven Holdt, fundador de 24 años de Tune In Psychedelics, una aplicación que permite a los microdosificadores seguir sus horarios y registrar los efectos de las drogas para su propia información. En los últimos años, un amplio abanico de personas se ha subido al carro, dice Holdt, gracias a los podcasts sobre el tema, a los artículos publicados en los periódicos más importantes y al popular libro de la escritora Ayelet Waldman, A Really Good Day, que relata cómo la microdosificación de LSD le sacó de la depresión que padecía.
Erica Zelfand, médico naturista de Portland (Oregón), afirma que docenas de sus pacientes se administran microdosis, sobre todo para mejorar su depresión o su trastorno de déficit de atención. Zelfand apoya sus esfuerzos, pero deja claro que son ratas de laboratorio en un gran experimento. “Les hago saber que aún no tenemos la investigación. Y sobre todo no conocemos los riesgos a largo plazo”, dice. Para ayudar a crear un cuerpo de conocimientos, anima a los pacientes a que informen de sus experiencias en sitios de investigación colectiva como microdose.me o microdosingsurvey.com. En cuanto a contenido en español, la organización sin ánimo de lucro ICEERS cuenta con bastante información sobre microdosificación y plantas alucinógenas.
Dosis altas frente a dosis bajas
Ninguno de los estudios actuales sobre microdosis alcanza niveles que permitan a los científicos sacar conclusiones firmes. Pero los resultados de estudios recientes en los que se utilizó una única dosis elevada de psicodélicos han puesto de manifiesto el potencial para la salud mental de estas drogas tan rechazadas. Una dosis potente de psilocibina sintética junto con apoyo psicológico mejoró la depresión resistente al tratamiento, según los resultados no publicados de un estudio aleatorio con más de 200 personas publicado en noviembre por la empresa Compass Pathways, cuya formulación patentada es una de las designadas como terapia innovadora por la F.D.A. Y, en mayo de 2021, los científicos informaron en la revista Nature de que una dosis elevada de MDMA (también conocida como Molly o Éxtasis, que no es un psicodélico clásico pero produce un efecto similar) disminuía en gran medida el trastorno de estrés postraumático (TEPT) grave.
Pero estos resultados no pueden generalizarse y reducirse sólo para las microdosis, dice Matthew Johnson, director en funciones del Centro Johns Hopkins, que ha realizado numerosos estudios sobre dosis altas de psicodélicos.
Un análisis de la investigación psicodélica que Sarris publicó en enero de 2022 subrayó los problemas a los que se enfrentan los estudios que pretenden descubrir los efectos de una droga psicodélica tanto en pequeñas como en altas dosis: se han realizado pocos ensayos aleatorios de gran tamaño en humanos.
Los estudios de medicamentos en personas suelen comenzar con lo que se conoce como un ensayo clínico de fase uno, diseñado para determinar los niveles de seguridad y tolerabilidad en un pequeño número de personas. Todavía no se ha llevado a cabo un estudio de este tipo para la microdosificación, aunque el fabricante del fármaco, Diamond Therapeutics, anunció en noviembre que está a punto de embarcarse en un ensayo de este tipo, aumentando minuciosamente la cantidad de psilocibina hasta encontrar la microdosis ideal: una que cause efectos positivos con el menor número de efectos negativos.
Un puñado de estudios de laboratorio que incluían un pequeño número de personas sanas han tratado de descubrir los efectos de la microdosificación después de tomar una o unas pocas dosis. Una revisión de 2020 publicada en Therapeutic Advances in Psychopharmacology contabilizó 14 de estos pequeños estudios experimentales, y la mayoría de ellos concluyó que la microdosificación de LSD o psilocibina produce sutiles cambios positivos en las emociones y en los procesos de pensamiento relacionados con la resolución de problemas. Los revisores observaron que algunos usuarios se sentían ansiosos o excesivamente eufóricos. Dado que todos los estudios se realizaron en individuos sanos, no se sabe si la microdosificación podría beneficiar de forma consistente a las personas con problemas de salud mental.
Un estudio europeo con 30 personas, publicado en abril de 2021, descubrió que las personas que tomaron microdosis de psicodélicos durante varias semanas se sentían más asombradas al ver vídeos y obras de arte que durante las semanas que tomaron un placebo. Sin embargo, el estudio era defectuoso porque muchas personas eran capaces de averiguar lo que estaban tomando basándose en los efectos secundarios, como el aumento de la sudoración, por lo que los investigadores no pudieron diferenciar entre las experiencias reales y aquellas con expectativas.
¿Efecto placebo?
Estudios más amplios han preguntado principalmente a los usuarios actuales sobre sus experiencias. En uno de ellos, más de 1000 microdosificadores informaron de un aumento de la energía, mejores resultados en el trabajo y un estado de ánimo más positivo. Otro comparó a 4000 microdosificadores con un grupo similar de no consumidores y descubrió que, entre las personas con problemas de salud mental previos, los que se microdosificaban declaraban tener niveles más bajos de ansiedad y depresión.
Pero además del problema de los consumidores que tomaban dosis no estandarizadas, todos los participantes tomaban microdosis antes de que comenzaran los estudios, por lo que pueden estar sesgados. “Tenemos que ser cautos para no sobreinterpretar los alentadores informes retrospectivos que han aparecido en la literatura”, dice Krystal, de Yale. “La preocupación sobre las experiencias en primera persona es que a menudo hay un enorme potencial para que los efectos del placebo tiñan la interpretación”.
De hecho, el mejor estudio sobre microdosificación realizado hasta la fecha muestra precisamente este efecto. Se trataba de una “iniciativa de ciencia ciudadana” en la que participaron unos 200 microdosificadores de LSD y psilocibina. Algunos de los participantes fueron elegidos al azar por científicos del Imperial College de Londres para cambiar sus drogas por placebos, sin que ninguno de los grupos supiera con certeza cuál era la que recibían. Al cabo de un mes, todos fueron encuestados sobre su bienestar, satisfacción vital, cognición y otros factores. Los resultados psicológicos mejoraron significativamente para los que tomaron los psicodélicos, pero también lo hicieron para los que tomaron los placebos.
Esta fue una forma inteligente de estudiar a un gran número de microdosificadores en el actual entorno normativo, dice García-Romeu, que ayudó a evaluar la investigación para la revista eLife. El hecho de que tantos consumidores de placebo informaran de beneficios “pone en duda todo el fenómeno de la microdosificación”, afirma.
No obstante, los estudios de imagen dejan claro que algo está ocurriendo.
En uno de ellos, se escaneó a 20 personas sanas con una IRMf varias horas después de tomar una microdosis de LSD o un placebo. La amígdala, considerada el centro de las emociones del cerebro, cambió su forma de interactuar con otras regiones cerebrales en las microdosis, lo que indica la posibilidad de regular mejor las emociones negativas, dice la coautora del estudio, Katrin Preller, neuropsicóloga de la Universidad de Zúrich (Suiza). De hecho, aquellos cuyos cerebros experimentaron mejora de la conectividad también informaron subjetivamente de que se sentían más animados, afirma Preller. Otro estudio utilizó la electroencefalografía (EEG) para medir la actividad cerebral de 22 microdosificadores de LSD y documentó una mayor actividad en el cerebro de la que suele producirse durante el reposo, algo que también se observa con dosis elevadas de psicodélicos.
Los efectos de las microdosis
A pesar de la escasez de investigaciones, la gente recurre a las microdosis por diversas razones. Holdt dice que las microdosis de psilocibina le ayudan a divertirse con otras personas. Sufre de ansiedad social, por lo que sin las drogas su mente rumia constantemente todas las cosas que podría decir o hacer. “Las microdosis me ayudan a detener ese monólogo interior para poder estar más cómodo y presente”, dice. Ha tenido el mismo efecto usando dosis altas de psicodélicos, que experimentó por primera vez en el instituto, pero dice que los efectos más sutiles de la microdosificación hacen que sea más fácil de incorporar a la vida diaria. “No es necesario tomarse un día libre en el trabajo o tener a alguien que te vigile [para asegurarse de que un viaje no se convierta en algo feo]”, dice.
Muchos microdosificadores descubren que les ayuda en el trabajo. Dusty, un ingeniero de audio de 40 años de Filadelfia (que pidió que sólo se utilizara su apodo), dice que el pequeño trozo de LSD que toma una vez a la semana aumenta su productividad, su deseo de colaborar y su creatividad en el trabajo. Por ejemplo, al montar sistemas de sonido para conciertos en directo, “hay un millón de pequeños problemas que tienes que resolver cada día, y no siempre dispones de una buena hoja de ruta”, dice. Los días que se microdosifica, ha notado que tiene “un poco más de entusiasmo para resolver un problema que lleva a soluciones a largo plazo, en lugar de hacer que funcione por ahora”.
Otros se microdosifican para autotratarse los problemas de salud mental. Karen Gilbert, una enfermera jubilada de 69 años de la isla de López (Washington), espera que las microdosis de psilocibina, que empezó a tomar en noviembre, puedan ayudarle con la depresión que sufre desde hace más de dos décadas. Gilbert, una de las pacientes de Zelfand, dice que notó la diferencia casi inmediatamente. “Por primera vez en mucho tiempo estoy entusiasmada con los proyectos que quiero hacer, que se sienten como oportunidades en lugar de obligaciones”, dice.
La propia Zelfand probó la microdosificación un par de veces, pero no disfrutó de los efectos. “No me siento bien cuando lo hago. Parece que me pone un poco nerviosa”, dice.
Algunos de los pacientes de Zelfand han tenido experiencias no deseadas similares. Las personas con trastornos de ansiedad general y, sobre todo, con trastorno bipolar, deberían evitar las microdosis porque pueden provocar agitación o manía, dice.
A los expertos también les preocupa que la microdosificación regular durante un largo periodo de tiempo pueda, en teoría, debilitar las válvulas del corazón, como el daño causado por los medicamentos dietéticos fentermina y fenfluramina (Phen/Fen) en la década de 1990. Tanto Phen/Fen como los psicodélicos actúan sobre uno de los receptores de serotonina del cuerpo, conocido como 5-HT2B, dice García-Romeu de Johns Hopkins.
Incluso si la microdosificación resulta ser segura y eficaz, algunos expertos temen que el uso recreativo generalizado pueda hacerla inútil más adelante si resulta ser valiosa para fines importantes de salud mental pero la gente la tolera después de su uso frecuente. “Si introducimos más este tipo de sustancias, eso podría socavar su eficacia terapéutica cuando realmente las necesitemos para la medicina, como por ejemplo para la angustia del final de la vida”, dice Conor Murray, neurocientífico de la UCLA que dirigió la investigación del EEG.
Y aunque no desencadenan los mismos pensamientos e imágenes salvajes que la toma de altas dosis de estos fármacos, algunos microdosificadores han informado de cierto deterioro, dice Johnson. “Si este resulta ser el caso, puede ser difícil conducir, cuidar de tu hijo pequeño o tomar decisiones importantes en el trabajo”.
Además, por supuesto, los psicodélicos son ilegales, lo que significa que no hay control de calidad en el suministro. Además, “hay gente que ha perdido su trabajo por consumir microdosis, y pueden ser encarcelados, y de hecho lo son”, afirma García-Romeu.
Pero incluso aquellos que están preocupados por el creciente uso de psicodélicos dicen que la microdosificación puede resultar beneficiosa para algunas personas. Johnson, de Johns Hopkins, cree que la depresión podría aliviarse con microdosis, aunque le entusiasma mucho más la posibilidad de que una persona pueda obtener más alivio después de una o dos sesiones de altas dosis, algo que su investigación está corroborando.
Krystal cree que hasta que no se sepa más sobre las microdosis, la gente debería abstenerse. “Por el momento, sólo debería hacerse en el contexto de la investigación experimental”, dice. “Allí, las protecciones pueden estar en su lugar, y los datos generados completarán nuestra comprensión sobre estas dosis y medicamentos”.
Otros estudios de microdosificación también podrían aportar información sobre nuestros cerebros. Por ejemplo, los expertos no comprenden del todo el papel de otro receptor de serotonina activado por los psicodélicos, el 5-HT2A, dice Johnson. “Tenemos mucho que aprender sobre [este receptor]. ¿Está implicado en las experiencias místicas que se producen de forma natural, como las experiencias cercanas a la muerte, incluso en los encuentros con abducciones alienígenas?”, se pregunta. “¿Cómo podemos utilizar la investigación de las microdosis para comprender mejor la naturaleza de la mente humana?”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.